LA MUERTE EN LA FILOSOFIA

A lo largo de la historia, la muerte ha sido entendida por la filosofía como un problema de primer orden, una especie de "situación límite" en términos de nuestra realidad finita y contingente. Ana Cecilia Monteagudo nos plantea la postura de no intentar responder la pregunta "¿Qué es la muerte?", tampoco tratar de colocarla dentro de un marco escatológico (de los fines últimos), sino mas bien confrontar el sentido de la vida con la temporalidad de la empresa humana.

Tomando como referencia el pensamiento occidental antiguo, los griegos establecían una clasificación para considerar algo o alguien mortal, las plantas y animales no lo son pues no saben que van a morir. Por lo tanto, no es mortal quien muere sino quien está seguro de que va a morir. Los auténticos vivientes somos entonces los seres humanos porque sabemos que dejaremos de vivir y en eso reside el significado de la vida. Algunos dicen que los dioses son inmortales o eternos, pero no se dice que están vivos. Actualmente se han encontrado ciertos errores en dichos planteamientos (pues algunos animales evitan la muerte o mejor dicho el morir, y eso deja libre muchas posibilidades para plantearse ideas acerca de que si temen a la muerte, si saben que dejaran de vivir o no), pero el enunciado de que "no es mortal quien muere sino quien está seguro de que va a morir" realmente refleja la preocupación por el tema de la muerte desde tiempos muy lejanos.

Por otro lado, desde una perspectiva más moderna, existencial, este tema ha sido desarrollado de una manera más amplia, en donde la muerte es ella misma, frente a la cual el ser humano reacciona con angustia, un sentimiento, una tonalidad afectiva, una vacuidad que nos embarga cuando nos enfrentamos a la nada (como se puede entender en Sartre y Heidegger), que se da cuando pensamos en la posibilidad dejar de estar en el mundo sea por decisión propia o debido a algún factor externo como una enfermedad o un accidente, y esta posibilidad se presenta como un hecho que es muy difícil de asumir, de elaborar a nivel intelectual, y que ocurre en la más profunda soledad (según Hannah Arendt). La muerte es entendida entonces, como una consecuencia de la vida, en donde no se debe confundir la angustia que produce en el ser humano con el miedo a la muerte que pueda llegar a sentir. En conclusión, la filosofía nos ayuda a superar la percepción de la muerte entendida como una simple negación de la vida o el final de ésta.

Finalmente, se presentan las distintas ópticas de hombres considerados filósofos a lo largo de la historia, para tener un panorama general de como ha sido entendida la muerte a lo largo de nuestra trayectoria como seres humanos.

Epicuro, griego, nacido en Samos, quien planteó la ataraxia (donde lo moralmente bueno consistía en el placer, entendiendo por tal la ausencia de dolor y la liberación de las perturbaciones en el alma) como una actitud hacia el pensamiento, nos dice que "La muerte no es nada para nosotros, porque mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, ya no somos". Es decir, nos otorga una especie de solución evasiva en donde la muerte si bien merece un espacio para pensarse, tiene un sentido poco práctico.

Según Sócrates, ateniense, el sabio es aquel que conoce por el afán de conocer, el amor al saber por el saber. Es por ello que afirma que "Temer a la muerte no es otra cosa que creer ser sabio sin serlo, pues es creer saber lo que no se sabe". La filosofía entonces nos prepara para la muerte debido a que nos hace más conscientes acerca de nuestra propia vida, tener una conciencia acerca de los límites puede ser un punto de partida para la búsqueda de la verdad y el bien, para la "riqueza del alma".

En Aristóteles, macedonio, la temática de la muerte aparece cargada de una racionalidad ética, en donde "se trata de saber cómo vivir una vida a sabiendas temporal, pero con sentido". La metafísica nos plantea la existencia de Dios como fundamento para un orden universal, pero la muerte no puede ser conocida en un solo sentido, como en las matemáticas.

San Agustín, argelino, padre de la iglesia latina, filósofo cristiano, autor de Las Confesiones (de carácter autobiográfico en donde desarrolla su conversión a la fe y trata del problema del sentido de la vida), en cuyo libro undécimo se aprecia claramente los presupuestos teológicos y la reflexión metafísica en torno al tiempo y ser del hombre, quien vive a la deriva ontológica, rodeado de la multiplicidad, el tiempo y la pérdida constante de su ser, hasta el momento de su muerte. Agustín nos dice que el recogimiento en la vida religiosa es prestar atención a una verdad revelada supra temporal que es Dios, y llegamos a él gracias a la fe y razón en conjunto.

Martin Heidegger, alemán, uno de los más notables filósofos del siglo XX, con su ser-para-la-muerte (sein-zum-tode) nos remite a uno de los razgos característicos del dasein (ser-allí) que es el hombre entendido en tanto es un "poder-ser", un ser especial por el criterio que posee, por el cuidado que tiene por su existencia, que se desenvuelve en el mundo a partir de sus propias elecciones. El hombre produce un sentido de su existencia, lo comprende y se revela en el mundo. La muerte, en tanto es una posibilidad para el dasein, para el ser del hombre que está arrojado en el mundo, representa la única posibilidad que niega a todas las demás posibilidades, y tiene una carga de inevitabilidad pues es insuperable. El comprender a la muerte como una posibilidad le da sentido a nuestra vida, pues nos hace descubrir el valor de ésta en nosotros. El comprendernos no sólo a nosotros, sino a lo que nos puede pasar, permite poder comprender a los otros y co-existir con ellos, apreciarlos, ser humanos.
A modo de conclusión inconclusa y muy breve, pues me encuentro en un gran apuro y tengo que salir con mi familia en unos instantes, la vida es el bien más preciado que tiene el hombre en tanto ser. Toda forma de atentar contra su vida es una violación a su integridad y a sus derechos como ser humano. Se debe velar por la integridad del mismo, y esta es una de las principales tareas de Estado como institución democrática.



Fuentes Bibliográficas y Virtuales:

Wikipedia, la enciclopedia libre.
http://es.wikipedia.org/

Hadot, Pierre. ¿Qué es la filosofía antigua? México: Fondo de Cultura Económica.1998

Heidegger, Martin. Ser y Tiempo. Madrid : Tecnos, 1999

Arendt, Hannah. La Condición Humana. Barcelona : Paidós, 1996

Monteagudo Valdez, Ana Cecilia. La muerte y la filosofía : la temporalidad y la vida, En: Boletín del Instituto Riva-Agüero -PUCP - No. 23 (1996). Lima, Perú.

Sartre, Jean Paul. El ser y la nada: ensayo de ontología fenomenológica.Buenos Aires : Losada, 1993

Savater, Fernando. Las preguntas de la vida. Barcelona : Ariel, 2003